No importa cuánto das, sino ¡cuánto amor pones cuando das!

Santa Teresa de Calcuta.

 Diciembre de 2014

La palabra Generosidad proviene del latín generositas que nos habla de esa tendencia a compartir más allá de una utilidad o interés personal.  Quienes ostentan esta virtud y la desarrollan son personas que encuentran felicidad y plenitud al compartir lo que tienen con aquellos que no son tan afortunados. No es precisamente el repartir aquello que nos sobra o nos estorba, sino más bien conocer las necesidades del prójimo y buscar aliviarlas, ya sean materiales, emocionales o espirituales.

Para muchas personas  dar es entregar algo, pero en lo personal creo que dar con generosidad es entregarse. Porque aun cuando das unas monedas al viejito que te pide una ayuda, o a la niñita que te acerca su caja de golosinas en venta, no te entregas hasta que los ves realmente, con su dignidad de seres humanos. En ese momento, el dar se convierte en recibir. Cuando damos con amor, recibimos a cambio una sonrisa llena de gratitud, de esperanza, de consuelo. Cuando damos más que algo material, cuando entregas el deseo de bienestar, de salud, de compañía,  de alegría, el beneficiado lo percibe en su corazón y lo recibe con dignidad y con paz. Entonces se experimenta la felicidad de dar.

En nuestro colegio tenemos muy presente el sentimiento de gratitud por contar con todo lo que necesitamos, a diferencia de otras personas que no han sido tan afortunadas y requieren de nuestra ayuda. La solidaridad es un sentimiento que nos hermana y nos enlaza con los desprotegidos, los vulnerables, los necesitados, a través de una filantropía  que es precisamente expresión de amor (El término filantropía designa, en general, el amor al género humano y a todo lo que a la humanidad respecta, particularmente en una forma constructiva expresada en la ayuda desinteresada a los demás. Tomado de Wikipedia.com).

 Como coordinadora de esas campañas, nunca deja de sorprenderme la generosidad de nuestros niños y padres de familia, porque a pesar de las situaciones económicas que en ocasiones se complican, se interesan por participar en ellas, poniendo de esta forma el ejemplo para los más pequeñitos y sembrando una semilla de concordia y hermandad para las próximas generaciones.

En diciembre recibimos juguetes nuevos que se entregan a los pequeñitos pacientes de oncología y con gran emoción y en ocasiones con un nudo en la garganta, leemos pequeñas notas escritas sobre los paquetes, en las que las familias no solo entregan un juguete, sino hermosos deseos de felicidad, de salud, de amor, para los niños y sus familias. Puedo imaginar entonces, dentro de mi mente, las caras de felicidad de los niñitos que recibirán este regalo, pero también las de las familias que con tanto amor los compraron para ellos.

Porque, a final de cuentas recordemos que, no importa cuánto das, ¡sino cuanto amor pones cuando das!

Que esta navidad, el Amor renazca en sus corazones y los llene de su Paz.

Luz del Carmen Galván Pompa, Coordinadora de Servicios Escolares

Colegio Americano del Pacífico, S.C.